23 julio 2008

¿Qué es y para qué sirve la Medicina Basada en Evidencias?

El Prof. Henry McQuay, del Departamento de Anestesia de la Universidad de Oxford (Reino Unido), es un pionero de la medicina basada en la evidencia. En 1993 creó el proyecto Getting Research into Practice (GRiP). Además, es codirector de Bandolier, un prestigioso boletín mensual que tiene como objetivo proporcionar información basada en la evidencia sobre la eficacia de las intervenciones terapéuticas en un formato sencillo y útil. El Prof. McQuay visitó recientemente Barcelona para participar en el Máster en Fisiopatología y Tratamiento del Dolor organizado por la Universidad Autónoma de Barcelona y Menarini.

Para leer este reportaje:

– ¿Es sencillo poner en práctica la MBE?

– Sí, pero hay un peligro: convertirla en una religión, en un dogma. Me gustaría pensar que la MBE ayuda, proporciona herramientas y anima a los profesionales a ser críticos y pensar de una forma crítica sobre todo lo que hacen, en lugar de considerarla un mecanismo utilizado por la Administración sanitaria para restringir el acceso de los pacientes y para establecer normas que coarten el trabajo de los médicos y que les impidan hacer esto o aquello.

– ¿Piensa que la Administración restringe la libertad de los profesionales?

– En el Reino Unido, sin duda, sí. Aunque creo que el eslogan que mejor debiera resumir la situación ideal es “tools and not rules” (herramientas y no reglas). Reitero que la clave está en pensar críticamente. Los estudiantes de medicina pierden mucho tiempo aprendiendo conocimientos para sus exámenes finales, pero nadie les ha enseñado a pensar y únicamente aplican fórmulas, pero no piensan en el porqué de sus razonamientos. Deberían ir más allá y preguntarse: ¿por qué debo elegir este nuevo medicamento o este procedimiento?

– Usted ha usado técnicas de revisión sistemáticas para resolver la eficacia y la seguridad de los fármacos...

– Nuestro procedimiento es algo original. Formamos una “liga” con todos los fármacos de una determinada indicación y estudiamos su eficacia relativa y seguridad. Pero reitero que nunca le vamos a decir al médico qué fármaco ha de utilizar, lo que hacemos es crear herramientas para informar de cuáles son los tres mejores fármacos de cada categoría. Buscamos el fármaco más eficaz y, desde nuestro pequeño rincón de MBE, proporcionamos al médico y al paciente la información de mejor calidad.

– ¿Cuáles son los retos de la MBE?

– La seguridad es su gran desafío. Es decir, cómo podemos conseguir la información sobre la seguridad de un tratamiento a través de los ensayos clínicos, cómo acceder a esta información y, finalmente, cómo comunicarla a los pacientes. Para conocer el riesgo, debemos impulsar tantos ensayos clínicos como sea necesario con el fin de confirmar que un tratamiento es seguro y eficaz.

– ¿Qué opina de la queja perenne sobre la ocultación por parte de la industria de sus resultados negativos?

– No se ajusta necesariamente a la realidad. La mayoría de las compañías farmacéuticas desarrollan fármacos que funcionan, que son eficaces, por lo que hay muy pocos ensayos negativos. A las asociaciones de consumidores “evangélicos”, que aseguran que los laboratorios son malos porque no publican los resultados negativos, les digo que su acusación es demasiado simple. Aunque todos cometemos errores y los laboratorios también.

– ¿Cree que hay dificultades para que los médicos utilicen la MBE?

– Hay problemas de educación. Es necesario conocer cómo usar sensatamente las herramientas que proporciona y preguntarse: ¿a cuántas personas necesito tratar para conseguir un buen resultado? Por desgracia, la MBE se utiliza menos de lo que sería necesario; por eso hay que formar a los profesionales en su uso, pero me gustaría pensar que hay herramientas que cualquiera pueda usar, que se pueden aprender en sólo una hora. Únicamente hay que hacer pedagogía.

– Usted es codirector de la revista Bandolier (Bandolera), una referencia mundial en la MBE y una mezcla de medicina y humor. ¿Qué nos puede decir de esta publicación?

– Comenzamos en 1994 y es un negocio gestionado por dos personas y media, pero es un enorme negocio del tamaño de Microsoft o Enron —bromea—. Proporcionamos información resumida de revisiones sistemáticas, metaanálisis y ensayos clínicos aleatorizados publicados en la literatura médica, que son comentados con un estilo directo y sencillo, haciendo gala a la vez de un sentido del humor digamos que muy británico. No tenemos comités y decidimos lo que vamos a publicar por frases que escuchas y te gustan, lo que la convierte en una publicación bastante ecléctica. Aunque nos hacemos viejos, nuestro diseño en internet es muy joven. Por cierto, es una web de acceso libre, aunque los contenidos de la edición impresa sólo se cuelgan una vez transcurridos 6 meses, para lo que se buscan patrocinadores. Ahora tenemos algunas discusiones sobre el dinero que podemos aceptar. La pregunta es: ¿incluimos publicidad? Por cierto, hay una edición en español, realizada de forma desinteresada por médicos y farmacéuticos fundamentalmente de atención primaria que han ido traduciendo los números.


La MBE según Bandolier

“La evidencia proviene del análisis y revisión sistemática de los ensayos clínicos mejor diseñados. Debemos intentar relacionar las bases de la evidencia científica con la práctica clínica habitual para evitar juicios precipitados o subjetivos. Dado que el tiempo es limitado y los ámbitos del conocimiento cada vez más extensos, es muy necesario tener esta.

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