19 noviembre 2008

Identifican una proteína que tiene una potencia ocho veces mayor que la morfina

Investigadores de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (Estados Unidos) y de la Universidad de Helsinki (Finlandia) han descubierto una nueva diana para las terapias que controlan el dolor que parece tener una eficacia ocho veces mayor que la morfina. Los investigadores, que publican su hallazgo en la revista 'Neuron', identificaron la identidad y el papel de una proteína en particular que actúa en las neuronas sensoriales del dolor para convertir los mensajeros químicos que causan el dolor en otros que lo suprimen.

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Los expertos han tratado de estudiar las complejas bases biológicas del dolor mediante el análisis de la transmisión de señales dolorosas por el organismo utilizando para ello marcadores proteínicos que etiquetan las neuronas sensoriales del dolor. Uno de estos marcadores, denominado fosfatasa ácida resistente al fluoruro (FRAP, según sus siglas en inglés), se llevan utilizando 50 años con este objeto pero el gen que codifica su producción nunca se ha identificado.

Sin embargo, los investigadores canadienses y finlandeses han descubierto que FRAP es idéntico a una proteína utilizada para diagnosticar el cáncer de próstata, denominada fosfatasa ácida prostática (PAP), cuyos niveles aumentan en la sangre de los pacientes con cáncer de próstata metastásico.

Investigaciones anteriores mostraron que FRAP y PAP podrían compartir identidad. Para comprobar esta hipótesis los investigadores estudiaron tejidos en ratones modificados para carecer del gen de PAP y descubrieron que la actividad de FRAP tampoco existía. Esto reveló que las dos proteínas eran en realidad idénticas.

Además, los ratones mutantes eran más sensibles que los normales ante el dolor inflamatorio y neuropático, dos formas comunes de dolor crónico en humanos. Esta mayor sensibilidad disminuyó cuando los investigadores inyectaron PAP en la espina dorsal de los ratones mutantes.

Según explica Mark J. Zylka, de la Universidad de Carolina del Norte y codirector del estudio, "estábamos muy sorprendidos de que una simple inyección pudiera tener un efecto tan potente sobre el dolor. No sólo eso, sino que parecía funcionar mucho mejor que la morfina".

La nueva proteína suprimía el dolor de forma tan eficaz como la morfina pero durante más tiempo. Una dosis de PAP duraba hasta tres día, superando en gran medida las cinco horas que se consiguen con una dosis de morfina.

Los investigadores se plantearon luego cómo suprimía PAP el dolor. Sabían que cuando las neuronas que detectan el dolor son estimuladas liberan componentes químicos llamados nucleótidos, en concreto adenosina trifosfato (ATP). Estos componentes desencadenan procesos que producen la sensación de dolor. Pero si la ATP se degrada en adenosina, que inhibe a las neuronas que transmiten las señales dolorosas, se alivia el dolor.

Los investigadores muestran en sus experimentos que PAP elimina el grupo de fosfatos, generando adenosina. Su estudio es el primero en identificar y caracterizar el papel de tales proteínas en las neuronas del dolor.

Los científicos buscan ahora proteínas adicionales que degraden los nucleótidos de estas neuronas y también trabajan en el desarrollo de moléculas pequeñas que interactúen con PAP para aumentar o imitar su actividad.

"Es posible que PAP pueda ser utilizada en si misma como un tratamiento para el dolor a través de una inyección como en el caso de la morfina. Pero nos gustaría modificarla para que pudiera tomarse en píldoras", concluye Zylka.

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